La inteligencia artificial (IA) ha llegado a nuestras vidas sin manual de instrucciones y está cambiando todos los ámbitos de la sociedad. Las empresas y el mercado laboral están adaptándose a una gran velocidad a una herramienta que cambia su día a día tal y como lo conocían, pero la educación no va al mismo ritmo. En apenas tres años desde su llegada, ChatGPT, la IA generativa más utilizada, ha pasado de ser una mera curiosidad a un aspecto esencial de la rutina de alumnos y docentes.

En la actualidad, más del 60 por ciento de los colegios de países desarrollados utilizan inteligencia artificial, según datos de la UNESCO. La mayor parte de ellos lo hace, en parte, obligado ante el hecho de que ocho de cada diez alumnos ya usen esta herramienta de forma cotidiana fuera de las aulas.

Además, el 58% de los docentes cree que aquellos estudiantes que no se familiaricen con esta tecnología saldrán al mercado laboral con una importante desventaja. Sin embargo, más del 80% de los profesores reconoce no haber recibido formación específica en IA, lo que abre el debate sobre si el entorno educativo está realmente preparado para dar este paso.

Según una encuesta de la plataforma 'Kahoot!' realizada el pasado mes de agosto, los docentes afirman que en este curso 2025-26 usarán la IA fundamentalmente para a preparación de contenidos (37%), el aprendizaje virtual (18%) y la gamificación (17%). Además, el 30% de ellos destaca que esta tecnología genera un mayor interés de los alumnos, mientras que alrededor del 15% destaca que favorece la adquisición de los conocimientos y aumenta la facilidad para conectar con los estudiantes.

¿A qué edad ponemos la IA en manos de los niños?

Pese a las ventajas que aporta la inteligencia artificial, también conlleva enormes riesgos. Los expertos señalan que esta tecnología puede generar adicción e incluso dependencia emocional a los usuarios, algo que debe ser tenido en cuenta a la hora de fijar límites a los menores. "Negar esta posibilidad es, simplemente, mirar hacia otro lado", asegura José Antonio Luengo, psicólogo educativo y sanitario y catedrático de Enseñanza Secundaria en la especialidad de Orientación educativa.

Una dependencia que, como sucedió con la irrupción de internet o la llegada de los smartphones, está cambiando la conducta y la relación de los adolescentes con su entorno. "Hemos entrado en esta fase de la historia de la humanidad como elefantes en una cacharrería, y estamos un tanto obligados por introducir nuevas variantes en el modo en que consultamos, preguntamos, extraemos información y construimos nuestra interpretación del mundo que nos rodea y de las cosas que nos importan, conciernen y representan nuestras necesidades, deseos y perspectivas", explica Luengo.

Silvia Álava, doctora en Psicología Clínica y de la Salud y profesora universitaria, sostiene la misma postura y reclama dejar la tecnología fuera de las primeras etapas educativas: "Los cerebros de los alumnos tienen que madurar a través de una serie de procedimientos que no se pueden externalizar con la IA, como sucede, por ejemplo, con el pensamiento crítico".

Por ello, la mayor parte de los expertos coincide en que es fundamental marcar una edad mínima para que los menores accedan a la inteligencia artificial. Una edad que, en el ámbito de la educación, podría fijarse por ley, y que para el catedrático debería estar "al menos en los 14 años". Algo similar a lo que reclama Álava, que considera fundamental "esperar a una adolescencia tardía" para incorporar la IA.

Además, la doctora especifica que retrasar el uso de la inteligencia artificial no solo es importante de cara a facilitar el desarrollo de las capacidades académicas, sino que también afecta a su socialización. "A nivel emocional, necesitamos vínculos de calidad y un sentido de pertenencia, y tenemos un problema cuando le contamos nuestros problemas a la IA en vez de a nuestros amigos, porque no tenemos ese vínculo", añade Silvia Álava.

Los límites van más allá de los años

Pero los límites para la IA en menores no solo deben llegar en relación con la edad, sino con el contexto y el contenido. Por ello, José Antonio Luengo sostiene que los padres deben monitorizar en todo momento no solo el tiempo que sus hijos usan la IA, sino lo que hacen con ella: "Las inteligencias artificiales interactiva y generativa, cuyas herramientas facilitan interacciones en tiempo real entre inteligencias artificiales y personas con una tecnología capaz de producir texto, contenidos, imágenes, audio o video de apariencia real, suponen un escenario de riesgo más que evidente, y no siempre controlable sin supervisión, en manos aún muy inmaduras".

"Es imprescindible supervisar su uso, en tiempo, contenidos y forma, así como desarrollar formatos predeterminados y ajustados para cada tramo de edad", añade el psicólogo al respecto.

El debate, latente en la sociedad

Pero el debate no solo está en la comunidad educativa, también está en la calle. El manejo de la inteligencia artificial es un requisito imprescindible cada vez en más puestos de trabajo, y la posibilidad de que la educación española quede desactualizada atemoriza a cada vez más personas.

Un temor que se refleja en que el 56% de los españoles considera que los centros educativos no están preparando de manera adecuada a los estudiantes en Inteligencia Artificial para el futuro mercado laboral y el 64% tiene claro que se debería impartir una asignatura en el colegio sobre esta tecnología, según datos del estudio 'Bosch Tech Compass 2024', realizado por Gesellschaft für Innovative Marktforschung mbH (GIM).

La cuestión de la inteligencia artificial en relación con la educación y todo lo relacionado con esta tecnología y los futuros retos a los que se enfrentará la sociedad se debatirán en Metafuturo, el foro de reflexión de Atresmedia, entre el 17 y el 21 de noviembre.