A finales de los años 90, la promesa de Internet desató una fiebre inversora en el mercado. Por aquel entonces, cualquier empresa que contara con un dominio web .com experimentó un aumento exagerado en el valor de sus acciones. Esta sobreestimación culminó en el estallido de la famosa“burbuja de las puntocom” en el año 2000.
Hoy, estamos asistiendo al nacimiento de la próxima gran revolución tecnológica. Desde el auge de las primeras herramientas extendidas como ChatGPT, la Inteligencia Artificial se ha convertido en el epicentro de una fiebre inversora global similar a la de hace más de dos décadas.
Cientos de miles de millones de dólares están fluyendo hacia el sector, disparando las valoraciones de startups y gigantes tecnológicos por igual. La pregunta que ahora preocupa a Wall Street y Silicon Valley es: ¿se está inflando una burbuja especulativa que podría estallar como en el año 2000? Para muchos expertos y analistas del sector, las semejanzas son abrumadoras.
La Fiebre del Oro de la IA
Hay varios indicios que sugieren que el entusiasmo con la IA podría haber superado la realidad económica. En primer lugar, las valoraciones son astronómicas. Muchas startups de IA alcanzan rápidamente valoraciones de más de mil millones de dólares con modelos de negocio aún incipientes o, incluso, sin ingresos significativos. Se está invirtiendo en la promesa futura más que en la rentabilidad presente.
En segundo lugar, el coste de la IA es brutal. Entrenar y mantener los grandes modelos de lenguaje(LLMs) requiere una infraestructura masiva. Esto ha beneficiado a empresas como NVIDIA(fabricantes de chips GPU), pero genera una preocupación: ¿se están traduciendo estas enormes inversiones en retornos económicos tangibles y escalables para la mayoría de las empresas que adoptan la IA? Los expertos advierten que, a día de hoy, el retorno de la inversión es bajo para muchos.
El informe The GenAI Gap: The State of AI in Business 2025 publicado por el MIT(Massachusetts Institute of Technology) generó una notable agitación en el mercado al señalar una realidad incómoda: el 95% de las iniciativas empresariales con IA analizadas no estaban generando un impacto positivo en el beneficio de las compañías.
De manera similar, un informe de la consultora McKinsey & Co, titulado The state of AI in early 2024: Gen AI adoption spikes and starts to generate value, indica que un alto porcentaje de empresas que adoptaron la IA en sus procesos no obtuvieron el impacto económico esperado. Esto subraya una peligrosa desconexión: mientras que los inversores están inyectando capital en la tecnología basándose en su potencial, la mayoría de las empresas que la implementan aún no están viendo un retorno de inversión claro y escalable. Este desfase entre la narrativa—elhype— y la realidad operativa—el beneficio real— es el principal motor del temor a la burbuja.
La história se repite: El caso puntocom
Para entender la situación actual, muchos recurren a la burbuja de las empresas puntocom de finales de los años 90. En aquel entonces, cualquier empresa con un dominio .com disparaba su precio, incluso si no generaba beneficios. Hoy, la palabra mágica es“Inteligencia Artificial". En ambos casos, la especulación se ha alimentado por la“exuberancia irracional” ante una tecnología que promete ser transformadora.
La lección de la burbuja de las puntocom no es que Internet fuera una mala tecnología, sino que el precio que se pagó por ella era insostenible. Tras el estallido, El NASDAQ—la segunda bolsa de valores más grande de Estados Unidos, conocida por ser el mercado donde cotizan principalmente las grandes empresas de tecnología e innovación— perdió alrededor del 78% de su valor en los dos años siguientes.
Solo sobrevivieron y prosperaron las empresas con fundamentos sólidos y modelos de negocio reales a largo plazo(como Ebay, Amazon y Google). Esta es la“depuración” del mercado que, según los críticos, está por venir en el sector de la IA.
La opinión de los expertos está dividida, pero la mayoría coincide en un punto crucial: la IA no es un espejismo; es una tecnología genuinamente revolucionaria con el potencial de transformar la sociedad y la economía.
Sin embargo, esto no exime al mercado de la especulación. La burbuja, si existe, no está en la tecnología, sino en las valoraciones exageradas que rodean a la tecnología. Lo más probable es que se produzca una corrección. Las empresas de IA que no logren generar un valor real, más allá del hype, desaparecerán, dejando solo aquellas que demuestren una escalabilidad y una utilidad que justifiquen su valoración.
