El psicólogo Lev Vygotsky, analizando hace casi un siglo los entresijos de la mente, nos dejó una profunda advertencia sobre lo que ocurre cuando perdemos nuestra capacidad de abstracción, una lección extraordinariamente relevante para nuestra vida digital.
La trampa de la realidad inmediata
Vygotsky estudió casos de pacientes con alteraciones en las funciones mentales superiores, como laafasia, y observó un patrón claro: la completa dependencia de su comportamiento y pensamiento en la situación concreta.
Uno de los ejemplos más gráficos es el paciente que, en un día soleado, era incapaz de repetir la frase“El tiempo hoy es malo y lluvioso”. Su mente modificaba la realidad de la frase para que concordase con lo que sus ojos veían. Otro no podía repetir“La nieve es negra”, porque contradecía su percepción sensorial.
Esta obsesión por la verdad sensorial, que Vygotsky denominó“falta de libertad”, es la antítesis completa de la fantasía y la creatividad. Solo al liberarnos del estímulo directo podemos ejercer la imaginación.
Del diagnóstico a nuestro phubbing diario
Aunque el estudio del psicólogo se centraba en la patología, él mismo señalaba que estos casos“iluminan los mismos patrones que ocurren en el desarrollo normal del comportamiento”. La dependencia de lo concreto se considera normal en etapas tempranas, como en el niño pequeño o el hombre primitivo. La pregunta clave es: ¿hacia dónde nos está llevando la sociedad ultraconectada?
La tecnología, al proporcionarnos una avalancha constante de estímulos concretos, inmediatos y visuales, nos empuja peligrosamente de vuelta a esa dependencia. El smartphone nos exige una respuesta y una atención inmediata, premiando la reacción rápida(lo concreto) sobre la meditación profunda(lo abstracto), lo que puede debilitar nuestra capacidad de liberarnos de la influencia directa de estímulos externos o internos. Esto se manifiesta en fenómenos cotidianos como el phubbing(ignorar a quien nos acompaña por atender al móvil).
Además, el bombardeo de notificaciones y contenido nos hace saltar constantemente de una tarea a otra(multitasking), dificultando la selección voluntaria de un punto de partida o la formación de una intención a largo plazo. K. Lewin señaló que“una persona tiene la libertad inusual para llevar a cabo cualquier acción intencionada”, una voluntad que es la base del dominio sobre el propio comportamiento. Si perdemos la capacidad de desvincularnos de lo que está justo delante de nosotros, nuestra habilidad para imaginar soluciones no obvias y tomar decisiones estratégicas se atrofia, quedándonos en la tiranía de la reacción inmediata.
El músculo clave para decidir y trascender
La creatividad y la fantasía no son simples distracciones; son la prueba palpable de nuestro dominio sobre el propio comportamiento. Esta capacidad de desconexión de lo concreto es el verdadero“músculo” cognitivo que nos permite operar en el mundo complejo.
La imaginación es la herramienta que nos permite crear una situación o cambiar su apariencia mentalmente. Para tomar una buena decisión, necesitamos simular las consecuencias de opciones que aún no existen en nuestra realidad inmediata. Si nuestra mente está anclada a lo que percibimos aquí y ahora(como el paciente que no podía mentir sobre el clima), perdemos la habilidad de planificar a largo plazo o de anticipar riesgos.
Por otro lado, la capacidad de abstracción es fundamental para el pensamiento en conceptos. Sin él, nos quedamos atrapados en el uso funcional y limitado de las cosas, como el paciente que solo sabía usar objetos en su contexto habitual. En el mundo digital, esto se traduce en usar la tecnología solo para lo obvio(reacción inmediata, consumo), sin aplicarla a la resolución de problemas abstractos, complejos o estratégicos.
Si forzamos a nuestra mente a contemplar la posibilidad de que“La nieve es negra”, estamos ejercitando la libertad fundamental que diferencia a la persona autónoma de aquella que está simplemente determinada por el entorno. Este es el salto que necesitamos dar para que la tecnología no nos dicte el camino, sino que sea una herramienta al servicio de nuestras decisiones abstractas.
La imaginación como acto de liberación
En última instancia, la creatividad y la fantasía no son solo pasatiempos; son la prueba de nuestro dominio sobre el propio comportamiento. La persona que puede pensar“La nieve es negra” o planificar una acción que se opone a su necesidad inmediata, está ejerciendo una libertad cognitiva que es la base de la inteligencia compleja.
Necesitamos establecer pausas digitales, entrenar activamente el pensamiento divergente y desafiar a nuestra mente a contemplar lo imposible, lo futuro o lo contrario a la realidad inmediata. Desatar la imaginación es el único camino para romper con la dependencia a las pantallas y a lo concreto, garantizando así la libertad fundamental que nos permite no solo utilizar la tecnología, sino dominarla e impulsar decisiones con verdadera trascendencia.
