Tik Tok es la red social favorita de los jóvenes de todo el mundo. Pero un reciente estudio de la Universidad Pompeu Fabra y de la Universidad Oberta de Catalunya planteó algunas cuestiones potencialmente preocupantes sobre los efectos de la red social china en el bienestar digital de los adolescentes.
El bienestar digital es un equilibrio entre el tiempo de conexión y el bienestar cognitivo y emocional. El estudio ha evaluado este equilibrio en función de la capacidad para establecer límites en el tiempo de conexión y para generar conexiones sociales y comunitarias, y de la resiliencia emocional de los encuestados.
Tik Tok fomenta un consumo más pasivo que otras redes sociales. Los usuarios interactúan menos. Crea un círculo vicioso porque cuanto más tiempo pasa un usuario en ella, menor capacidad tiene para precisamente limitar su consumo. Lo extraño radica en que los jóvenes creen que su bienestar digital es positivo.
Sin embargo, más de la mitad de los miembros de estas nuevas generaciones(53%) pasa más de una hora diaria en Tik Tok; y un 20%, más de dos horas al día. Las universidades advierten en ese sentido de que invertir más de dos horas diarias en cualquier red social se asocia a una baja autoestima, a una percepción negativa de la propia salud mental y a un incremento del estrés psicológico, que puede derivar en ideas suicidas.
Los estereotipos tradicionales de género, además, se perpetúan en las preferencias de consumo digital. La proporción de mujeres por encima de las dos horas de consumo, umbral de riesgo para la salud mental, es mucho mayor(25%) que la de hombres(15%).
¿Qué hacer? El estudio considera que son necesarios programas educativos sólidos. Pero expertos y administraciones comienzan a plantearse medidas más profundas.
Las pantallas y el suicidio
El psicólogo clínico Francisco Villar expuso en un artículo hace algo más de un año, con una claridad y una autoridad escalofriantes, que las pantallas son el gran factor que ha incrementado las tendencias suicidas entre los jóvenes. Las define como“una interferencia en el desarrollo de los propios recursos para tolerar la vida cotidiana”.
Villar defiende a lo largo de la pieza, mediante estudios y cifras, su tesis de prohibir por completo hasta los 16 años el acceso de los niños y las niñas a cualquier pantalla inteligente. Los expone a malestar, a violencias de todo tipo(ciberacoso, agresiones, incitación directa al suicidio…), a comparaciones constantes con éxitos inalcanzables, a propaganda y manipulaciones, a pornografía y, sobre todo, a la pérdida de habilidades para afrontar la vida.
Un 20% de los españoles menores de 10 años ya tiene(y usa) un móvil inteligente, según la empresa de investigación GAD3. Siete de cada diez niños de entre 6 y 12 años comen frente a una pantalla o un dispositivo táctil, según publicó la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria en 2016, hace ya casi una década. Y casi la mitad(48,9%) de los jóvenes españoles ha pensado alguna vez en suicidarse(Barómetro Juvenil sobre Salud y Bienestar de 2023, elaborado por FAD y Mutua Madrileña, y citado por Fernando Villar).
De España a Australia
Ante este panorama, varias comunidades autónomas de España han dado los primeros pasos: los menores de Castilla – La Mancha, Galicia, Madrid, Andalucía, Cataluña, Murcia y Valencia no pueden usar sus móviles dentro de las aulas de sus colegios e institutos, salvo excepciones por motivos docentes o personales.
El Gobierno de España aprobó el pasado 25 de marzo la nueva ley de protección de menores en entornos digitales. La ley establece que los nuevos dispositivos digitales que se fabriquen deben incluir por defecto un control parental para limitar el acceso a los menores de contenidos considerados inadecuados. La normativa prevé que el pin sea gratuito, fácil de manejar y didáctico: debe incluir etiquetas para explicar los peligros y riesgos de ese mal uso en el buen desarrollo del menor.
Es más: el Ejecutivo ya trabaja en una Estrategia Nacional sobre prevención y promoción de formas sanas de uso en entornos digitales y de nuevas formas de control público y democrático. El Gobierno también recibió en diciembre del pasado año un informe con 107 medidas elaborado por un comité de 50 expertos para proteger a niños y a niñas en los entornos digitales.
Los especialistas entienden que los niños no deben usar ningún dispositivo móvil hasta los 6 años, e incluso avisan a los adultos a su cargo que tampoco lo empleen en su presencia. Entre los 6 y los 12 años, el gabinete recomienda priorizar actividades presenciales al aire libre, junto a niños de la misma edad; y que una posible actividad con el móvil esté supervisada por un adulto y se adecúe a contenidos adaptados a la edad, pero solo en momentos puntuales.
A partir de los 12 años conceden un uso controlado con herramientas específicas de control parental para regular el tiempo y los contenidos que consume el adolescente, aunque aconsejan que el dispositivo no cuente con acceso a internet y solo sirva para llamar. Solo de los 16 en adelante pueden disponer de un móvil con internet.
Estos expertos aseguran, además, que la industria tecnológica debe instalar por defecto herramientas de control parental, reforzar los mecanismos de bloqueo y denuncia, regular sobre las personas creadoras de contenido(incluidos los denominados“kids influencers”) e incluso prohibir la exposición de menores a contenidos de influencers.
Proteger a los menores en los entornos digitales no es lo mismo que protegerlos de esos entornos. Australia ha ido un paso más allá en ese matiz.
El Senado australiano aprobó a finales del pasado año una ley que prohíbe a los menores de 16 años usar redes sociales. Es considerada desde entonces la ley más restrictiva del mundo en este ámbito y establece multas millonarias a las empresas que no la cumplan. La ley deberá entrar en vigor durante este año, pero aún no se ha aclarado cómo se aplicarán los vetos o cómo se respetará la privacidad de los usuarios.
“Hacemos lo correcto”, sentenció el primer ministro australiano, Anthony Albanese.“Queremos que nuestros chicos y nuestras chicas tengan una niñez, y que los padres sepan que los respaldamos”.
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