El Informe Juventud en España 2024 alerta de un incremento del negacionismo entre los jóvenes. En los hombres, quienes creen que la violencia de género es un “invento ideológico” han pasado del 11,9 % en 2019 al 23,1 % en 2023. Entre las mujeres, las cifras también crecen, del 5,7 % al 13,2 %. Expertos advierten de que urge ofrecer referentes distintos y trabajar el cuidado como base de una masculinidad no violenta.

Para el antropólogo Jimmy Tellería, esta narrativa conservadora no solo cuestiona la violencia de género, sino que impulsa una masculinidad “nuevamente dominante e impositiva”. Señala además que fenómenos políticos recientes en países como Bolivia o Argentina muestran cómo muchos jóvenes, sobre todo varones, se sienten atraídos por discursos ultraconservadores.

Avances de las mujeres y redes sociales

Según Tellería, el auge del negacionismo responde en parte a los avances en derechos de las mujeres y a la creación de leyes que las protegen. En redes sociales proliferan mensajes que denuncian supuestas falsas acusaciones o riesgos para los hombres, construyendo la idea de que son víctimas de un sistema injusto.

Nicko Nogués, fundador del Instituto para el Desarrollo de Masculinidades Anti Hegemónicas, subraya que plataformas como TikTok multiplican el alcance de estos discursos. Los algoritmos premian los mensajes que generan mayor polémica, y en muchos casos son contenidos cargados de odio o que exaltan modelos de masculinidad violenta.

Esta lógica convierte las redes en un terreno fértil para reforzar la polarización. Además, imágenes de políticos que normalizan la agresividad, como peleas en parlamentos, transmiten la idea de que la violencia es sinónimo de liderazgo y autoridad.

El cuidado como alternativa

Para cambiar esta tendencia, Tellería insiste en mostrar a los hombres los costes del machismo en sus propias vidas: aislamiento, problemas de salud o relaciones deterioradas. Hablar de cuidados, dice, puede abrir espacios de reflexión.

Nogués coincide y plantea que el cuidado debe entenderse como una infraestructura que sostiene la vida, con un valor económico equiparable al 25 % del PIB en América Latina. Romper con el modelo de masculinidad que niega la vulnerabilidad y rechaza la ayuda, añade, es esencial para ganar en bienestar y construir relaciones más sanas.

Expertos coinciden en que es necesario abrir nuevos espacios de diálogo con los hombres, desde sindicatos hasta colectivos tradicionales, para ofrecer referentes distintos. La transformación de las masculinidades no es solo una cuestión de igualdad: es una vía para una mejor salud emocional, física y social.

El futuro dependerá de si somos capaces de construir identidades masculinas que no se basen en la violencia ni en el miedo, sino en el cuidado y la corresponsabilidad.