En los 27 países europeos, según el último informe estadístico de la Unión Europea sobre animales para experimentación y otros fines científicos, se utilizaron 11,5 millones de especímenes en 2011, lo que refleja una bajada superior a 500.000 animales (4,3 %) en relación a 2008. 

En el caso español, se utilizaron 400.528 ratones; 84.200 ratas; 4.300 cobayas; 1217 hámster; 4600 conejos; 574 perros; 49 gatos y 4700 cerdos, entre otros. 

En comparación con el informe anterior, presentado en 2009, no ha habido grandes variaciones en la Unión, salvo que se ha registrado un aumento significativo del uso de los ratones (la mayoría modificados genéticamente), en detrimento del de las ratas. 

Los laboratorios experimentan con ellos, sobre todo, para avanzar en las enfermedades cardiovasculares, trastornos nerviosos y mentales; cáncer y estudios específicos sobre patologías animales. 

El responsable  del bienestar animal del Animalario del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat), Jesús Martínez Palacio, subraya que hoy en día se utilizan los animales de una forma más responsable: se han mejorado las condiciones de estabulación, la calidad sanitaria, su manejo etcétera. 

“Los animalarios son hoy hoteles de cinco estrellas”, añade Martínez. Al disfrutar de mejores condiciones, “se usa un número mucho menor, sin que ello suponga reducir los datos que se sacan de ellos”, explica Martínez Palacio, presidente del Comité de Ética de Bienestar Animal del Ciemat.

En relación a dos décadas atrás, la reducción se sitúa en torno a un 50 %, añade el responsable, que recuerda que en los estudios clásicos podían utilizar entre 20 y 25 animales, mientras que ahora bastan tres o cinco animales, “y con la misma validez estadística”. 

En su opinión, “un gran cambio ha sido convencer al investigador de que esforzarse en tener a un animal de calidad al final redunda en una ciencia de mayor calidad. Antes se tendía a una ciencia masiva de animales, de experimentos muy grandes, y ahora estamos en el otro extremo”.

También han sido importantes los ajustes legislativos en la Unión Europea y su transposición a los Estados miembro, por ejemplo antes era opcional la existencia de comités de ética de experimentación animal y hoy es obligatorio en cada centro; el personal debe tener una formación específica y hay auditorías externas.

En los laboratorios del Ciemat se trabaja en tres líneas de investigación: terapias génicas y celulares; enfermedades poco frecuentes e investigación básica sobre oncología.
Para ello manejan modelos animales humanizados, “por ejemplo hay ratones de laboratorio inmunodeficientes a los que se les cambia su sistema sanguíneo por uno humano, o animales a los que se les cambia su piel por piel humana”.

En torno al 90 % de los animales son ratones, cuyos precios oscilan entre los 12 euros hasta los 200 euros si son inmunodeficientes. El promedio son 40 euros.

Por otro lado, ha explicado Martínez Palacio, hay otras especies que están emergiendo, como determinados gusanos y el pez cebra, en parte por cuestiones éticas. Siempre se tiene menos reparo ético en utilizar especies menos evolutivamente próximas al ser humano”.

Asimismo las condiciones de estabulación y mantenimiento de peces e invertebrados es mucho más fácil.

Algunos como el pez cebra tienen ventajas chocantes: en su fase embrionaria el pez es transparente y se observan sus órganos internos, con lo que se controla extraordinariamente bien el desarrollo del animal, cómo se va formando el corazón del pez, cómo late… sin necesidad de utilizar más que una lupa.