Vivimos en una era de digitalización acelerada. Desde hacer compras hasta comunicarnos, casi todo se ha trasladado al mundo virtual. Mientras los más jóvenes navegan con facilidad por este entorno digital, una gran parte de la población mayor de 65 años no sabe cómo hacerlo.

El edadismo tecnológico va más allá de la falta de acceso a Internet; también incluye la falta de habilidades para utilizar la tecnología de manera efectiva. A medida que la brecha digital crece, los mayores, especialmente los de 75 años o más, se sienten cada vez más desconectados de un mundo que avanza sin darles tregua.

Un abismo digital

Según el último estudio de UGT, Mayores y exclusión tecnológica, en España hay 3,55 millones de personas mayores de 65 años en situación de exclusión digital absoluta. Las cifras son elocuentes. El 47,4% de los mayores de entre 75 y 84 años nunca ha accedido a Internet, y este porcentaje asciende al 79,2% para los mayores de 85 años. En total, más del 83% de los excluidos digitales absolutos tienen más de 65 años. Es decir, el problema no es marginal, sino estructural.

Uno de los ejemplos más claros de exclusión se ve en la relación con las administraciones públicas. Aunque la mitad de los mayores de entre 65 y 74 años usa la administración electrónica, muchos otros no lo hacen por falta de habilidades digitales. En comparación, solo un 13,5% de los jóvenes de entre 16 y 24 años tiene el mismo problema.

La brecha de la salud y la soledad

La exclusión digital también afecta a la salud y a la soledad de los mayores. Hoy en día, muchos trámites esenciales, como gestionar citas médicas o comprar productos básicos, se hacen online. Mientras los jóvenes navegan con facilidad, los mayores se enfrentan a un muro de desconocimiento y desconfianza, muchos se ven obligados a recurrir a métodos tradicionales, más lentos y complicados.

El uso de aplicaciones de mensajería o redes sociales podría ser una forma sencilla de mantenerse en contacto con amigos y familiares, pero sin conocimientos digitales, muchos no pueden aprovechar estas herramientas. Como resultado, se sienten cada vez más aislados.

El camino hacia la inclusión

El edadismo tecnológico no es solo una cuestión de acceso, sino de educación y respeto hacia una generación que está siendo dejada atrás. Es erróneo asumir que los mayores no están interesados en aprender a usar la tecnología. La verdadera clave está en ofrecerles la formación necesaria para que puedan utilizarla de manera efectiva y segura.

Integrar a los mayores en la era digital no debe limitarse a darles acceso a la tecnología; hay que enseñarles a usarla de forma significativa, ayudándolos a sentirse parte activa de un mundo que no debe ser exclusivo para los más jóvenes. Al final, no se trata solo de acceso, sino de inclusión. La brecha digital generacional debe desaparecer para construir una sociedad más igualitaria, donde todos, independientemente de su edad, tengan las mismas oportunidades de participar en el mundo digital.