Imagina que estás tomando un café con un amigo o amiga y os ponéis a debatir sobre un tema. De repente, la otra persona te responde con un comentario irónico o una broma, refuta tus argumentos con otros muy absurdos, o empieza a imitar tu voz porque sabe que te irrita. Tu intentas ignorarle y mantener la calma, pero él te sigue“picando”. Repite lo mismo una y otra vez, lanza comentarios cada vez más provocadores, ridiculiza tu postura…

Pronto te das cuenta de que el objeto del debate ha dejado de importarle, y lo único que busca es sacarte de quicio, que pierdas los estribos y te enfades. Esto es lo que se conoce como rage-baiting. Pero lo que puede ser un mero pique entre amigos, en internet y redes sociales puede convertirse en una fórmula para conseguir tráfico, interacciones y notoriedad.

¿Qué es el rage-baiting?

El término se podría traducir al español como“cebo de ira”. Es la táctica de publicar contenido diseñado únicamente para provocar enfado, ira o frustración en el lector. Su objetivo no es informar ni debatir, sino generar la reacción emocional lo más fuerte posible para conseguir engagement(interacción).

Seguramente hayas visto alguna vez una publicación en línea—un artículo con un titular absurdo, una opinión controvertida o radical, o el video de alguien cometiendo un error evidente— que te provoca una indignación instantánea. Puede ser que incluso sientas el deseo irrefrenable de comentar, corregir o incluso increpar al autor. Pero eso es precisamente lo que buscan. Esos usuarios usan el rage-baiting con el propósito de conseguir interacciones en sus publicaciones, aunque estas sean negativas.

Los algoritmos de las redes sociales están diseñados para premiar la actividad, sin importar como se genere. Un comentario furioso o un post compartido con rabia se valora más que un simple“me gusta”. Para un creador de contenido, nuestra rabia se traduce directamente en comentarios, visualizaciones, y seguidores. Y en última instancia, en dinero.

La ciencia detrás delbait

Esta táctica funciona porque está diseñada para atacar los mecanismos más básicos y automáticos de nuestra psicología. El cerebro humano está programado, por razones evolutivas, para prestar más atención a lo negativo o amenazante. Lo negativo representa un peligro que no podemos permitirnos ignorar. Los creadores de contenido lo saben: una noticia, un comentario o una opinión que genera ira, asco o miedo tiene una ventaja automática sobre cualquier contenido positivo o neutro en términos de atención. Simplemente no podemos ignorar lo que nos enfada, por lo que nuestra reacción es casi involuntaria.

Además, las redes sociales son amplificadores emocionales. Un estudio de 2014 realizado por investigadores de Facebook y publicado en la prestigiosa revista PNAS(Proceedings of the National Academy of Sciences), demostró que las emociones se transmiten y se contagian de persona a persona en el entorno digital. La ira, en particular, es una emoción que nos impulsa a la acción inmediata(comentar, debatir, compartir). Al exponernos a contenido irritante, no solo nos enfadamos, sino que esa rabia nos anima a interactuar con él.

Otro factor es nuestra necesidad psicológica de“corregir” lo que percibimos como un error flagrante o una injusticia. Cuando un rage-baiter publica un dato obviamente erróneo, o un video con una acción molesta(como cocinar algo de una manera obviamente equivocada), sentimos una obligación moral o intelectual de intervenir. Queremos cerrar la brecha de la indignación y sentimos que al escribir el comentario correcto o crítico estamos contribuyendo a la verdad o a la justicia. El rage-baiter lanza el cebo y la necesidad de intervenir del lector se convierte en el motor de su viralidad.

Una trampa peligrosa

El problema del rage-baiting va mucho más allá de que usuarios en redes sociales usen la crispación para ganar más dinero o visitas. En primer lugar, abre la puerta a la desinformación. Los temas complejos se simplifican o se tergiversan a propósito para aumentar la indignación. La mentira o la media verdad se cuela bajo el disfraz de la crítica social. También eleva peligrosamente el nivel de polarización en internet. Al incentivar la ira, esta táctica elimina el matiz y el espacio para el diálogo. Obliga a los usuarios a posicionarse en extremos, convirtiendo el debate en una pelea constante de“nosotros contra ellos”.

La forma más efectiva de combatir esta manipulación es evitar que consiga su objetivo: el engagement. La próxima vez que una publicación te haga hervir la sangre no comentes ni lo compartas ni insultes a nadie. Espera y pregúntate:“¿Estoy reaccionando a la información o estoy reaccionando a la emoción que me quieren provocar?”.