Las diferentes categorías de baile generan una serie de ejercicios que producen un efecto positivo para la salud física y tienen un componente artístico que favorece a los más pequeños.

Los niños que practican danza o ballet desde el colegio sienten el placer del movimiento y mejoran su socialización con otros chavales. A medida que los peques incrementan el nivel de dificultad, los beneficios también aumentan y muestran mejoras en la condición física. Los niños que practican baile de forma contante presentan una mejor coordinación, elasticidad, fuerza y sentido musical.

La creatividad de los niños también se estimula debido a la variedad de músicas y ritmos y al hecho de seguir una coreografía.

Ya desde los 4 años, los peques pueden empezar con esta actividad pero es recomendable que los padres controlen el bienestar de los hijos cuando aumenta el nivel de exigencia. Los expertos aconsejan un control médico anual para vigilar el buen crecimiento y adaptación a la danza y así poder evitar lesiones u otro tipo de problemas.