Las hojas y la corteza del anacardo (Anacardium occidentale) destacan por su elevada actividad antioxidante, muy superior a la de su fruto y su nuez. Así lo revela una investigación coordinada por el doctor Eloy Bejarano Fernández, investigador Ramón y Cajal en la CEU UCH y director del Grupo de Envejecimiento Celular y Nutrición.
El poder antioxidante del anacardo
El equipo ha analizado extractos acuosos de distintas partes aéreas de la planta mediante técnicas de espectroscopía, cuantificación de polifenoles y ensayos de capacidad antioxidante. Posteriormente, su actividad biológica se probó en líneas celulares humanas y de ratón.
Los resultados muestran que los extractos de hojas y corteza son especialmente eficaces como antioxidantes naturales y capaces de modular genes protectores frente al estrés oxidativo. En cambio, los extractos del fruto y la nuez apenas tuvieron efectos significativos.
Aplicaciones en medicina y nutrición
Según Bejarano, estas conclusiones sitúan a las hojas y la corteza como “mejores candidatas para el desarrollo de tratamientos fitoterapéuticos dirigidos a combatir el envejecimiento celular”. Este enfoque podría abrir la puerta a terapias naturales más seguras y efectivas para prevenir enfermedades relacionadas con la edad.
El trabajo se ha publicado en la revista científica Antioxidants y sus resultados han sido presentados en foros de referencia como el Cellular Aging Metabolism Symposium 2025 (CAMS2025), en la Universidad de A Coruña, y en el Congreso de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG2025), en Barcelona.
Los hallazgos refuerzan la importancia de explorar los recursos naturales para encontrar soluciones a los desafíos del envejecimiento. Como recuerda el doctor Bejarano, “la clave está en aprovechar la capacidad terapéutica de compuestos que la naturaleza ya nos ofrece”.
El anacardo, más allá de su fruto, podría convertirse así en un aliado inesperado en la búsqueda de una vida más larga y saludable.