Los niños, al tener una menor tolerancia a la sobreexposición a sustancias nocivas en comparación con los adultos, están más vulnerables a los efectos negativos de estos metales.
Un estudio reciente ha analizado cómo la dieta mediterránea modula la exposición a metales en los niños, dado que la dieta y el agua potable son las principales fuentes de estos elementos. En general, los niveles de metales en los niños que siguen esta dieta fueron más bajos en comparación con un estudio similar realizado en Italia con niños de entre cinco y once años. Sin embargo, se observaron niveles de cobalto, zinc y selenio similares a los registrados en un estudio previo con niños mexicanos de ocho a catorce años.
Aunque el estudio no encontró una razón clara para explicar los niveles reducidos de cobre, es destacable que el consumo de carne en el grupo analizado fue casi un 30% menor que el promedio nacional para niños de edad similar en España. De manera interesante, se concluyó que la adherencia a la dieta mediterránea puede aumentar la exposición a ciertos metales mientras reduce la exposición a otros, subrayando la importancia de comprender cómo diferentes patrones alimentarios influyen en la salud de los más jóvenes.