El aniversario llega en un contexto algo más esperanzador desde el punto de vista climático. Tras más de una década marcada por la sequía, el último año hidrológico ha sido especialmente húmedo, el primero desde 2010. Las lluvias han permitido que la marisma recupere parte de su inundación natural, un alivio visible para los ecosistemas del parque. Sin embargo, los expertos advierten de que no es suficiente para hablar de una recuperación real del acuífero que alimenta Doñana.

El agua, en el centro del problema

La situación hídrica sigue siendo el principal reto. La Unesco ya advirtió el pasado mes de julio de que Doñana podría entrar en la Lista del Patrimonio Mundial en Peligro si España no aplica de forma rápida y eficaz medidas que frenen el declive de las aguas subterráneas. Durante su última reunión en París, el Comité del Patrimonio Mundial volvió a señalar la sobreexplotación del acuífero como una "preocupación crítica". Aunque valoró las acciones emprendidas, subrayó que todavía no se ha logrado reducir la presión sobre el sistema hídrico y pidió redoblar esfuerzos para evaluar mejor la recarga del acuífero, fijar límites de extracción sostenibles y reforzar los mecanismos de control.

Los datos más recientes no invitan a la complacencia. El Informe preliminar sobre el estado de los acuíferos del entorno de Doñana correspondiente al año hidrológico 2024-2025 señala que la mayoría de las zonas siguen en descenso significativo, a pesar de que las lluvias hayan puesto fin a un largo episodio seco. La conclusión es clara, un solo año húmedo no basta. La recuperación requiere un período prolongado de lluvias o, al menos, el retorno de la alternancia climática habitual perdida desde el ciclo 2011/2012.

La oportunidad clave del Acuerdo de Doñana

En paralelo, continúan desarrollándose las medidas del Acuerdo por Doñana, firmado en noviembre de 2023 entre el Gobierno central y la Junta de Andalucía. Este pacto contempla una inversión de más de 1.400 millones de euros para proteger el parque y promover un desarrollo sostenible en su entorno, con especial atención a la gestión del agua y al apoyo a las comunidades locales. Aún restan dos años de vigencia del acuerdo, lo que lo convierte en una herramienta clave para revertir la situación si se aplica con ambición, coordinación y rigor científico.

No obstante, el consenso institucional se ha visto tensionado en 2025 por la aprobación de un deslinde del dominio público marítimo terrestre que afecta a más de 118 kilómetros de marismas en municipios de Huelva y Sevilla. La medida ha generado un amplio rechazo por parte de particulares, organismos científicos e instituciones, incluido el Consejo de Participación de Doñana. Los detractores sostienen que las marismas tienen un funcionamiento pluvio-fluvial y no mareal, como respalda una abundante literatura científica, y consideran que estos terrenos no deberían ser objeto de dicho deslinde. En este contexto, se han reiterado las peticiones al Gobierno para que retire la medida y elabore un nuevo deslinde ajustado a la realidad ecológica del espacio.

Proteger Doñana es proteger el futuro

Doñana cumple 31 años como Patrimonio Mundial en un momento decisivo. La mejora puntual de las lluvias no puede ocultar una realidad compleja que exige decisiones valientes, basadas en la ciencia y el interés común. Proteger este ecosistema único no es solo una cuestión ambiental, sino también social y económica. Celebrar Doñana es también asumir la responsabilidad de cuidarla. Porque conservar sus marismas, su biodiversidad y su agua es garantizar que este patrimonio siga siendo, hoy y mañana, un símbolo vivo de equilibrio entre naturaleza y sociedad.