Las pérdidas económicas provocadas por el clima extremo alcanzan ya cifras que no pueden ignorarse. Según el análisis dirigido por la doctora Sehrish Usman, con colaboración de economistas del Banco Central Europeo, los daños este verano ascienden a 43.000 millones de euros en el conjunto de la UE. España concentra el 28 % de esta cifra: 12.200 millones, la mayor factura de todos los Estados miembros.

Impactos que se multiplican con el tiempo

La investigación subraya que estos costes no son un fenómeno puntual. Si no se actúa, en 2029 las pérdidas podrían triplicarse: 126.000 millones en la UE y más de 30.000 millones en España. La razón es que los efectos de los fenómenos meteorológicos no se limitan al impacto inicial, sino que arrastran consecuencias en la productividad, la recaudación fiscal y las cadenas de suministro.

Los datos se han calculado a partir de la información meteorológica de junio a agosto de 2025. En ese periodo, 96 regiones europeas sufrieron olas de calor, 195 enfrentaron sequías y 53 inundaciones.

El mayor peso de la factura en España corresponde a la sequía: 10.270 millones de euros este verano, que podrían superar los 27.000 millones en 2029. Las regiones más afectadas son Madrid, Comunidad Valenciana, Andalucía y Galicia. Las olas de calor han provocado otros 1.500 millones de pérdidas, con Navarra, Aragón y Cataluña entre los territorios más perjudicados. En cuanto a las inundaciones, los daños en España son más limitados en comparación con Italia, aunque igualmente preocupantes.

El estudio muestra que el sur del continente; España, Italia, Portugal, Grecia y el sur de Francia, concentra el mayor impacto por calor y sequía. En el norte y centro, en cambio, aunque los daños son menores, las inundaciones se repiten con más frecuencia en otoño e invierno.

Los investigadores recuerdan que las pequeñas economías, como Malta, Chipre o Bulgaria, también son altamente vulnerables porque las pérdidas representan una gran parte de su valor añadido bruto.

Adaptarse para reducir el coste

Los autores advierten de que estas cifras son “conservadoras”, pues no incluyen los incendios, tormentas de granizo o vientos, fenómenos también cada vez más habituales. El mensaje es claro: no actuar frente al cambio climático tiene un coste mucho más alto que invertir en mitigación y adaptación.

Entre las medidas propuestas destacan reforzar la gestión del agua, proteger a las ciudades frente al calor y acelerar la reducción de emisiones. El estudio coincide con la próxima reunión de ministros de Medio Ambiente de la UE, prevista para el 18 de septiembre, en la que se debatirán los objetivos climáticos para 2040. El clima extremo ya está condicionando el desarrollo económico de Europa. Actuar ahora no es solo una cuestión ambiental, sino también una necesidad económica y social.