En pleno Año de la Preservación de los Glaciares, Naciones Unidas lanza un aviso contundente bajo el lema "Los glaciares son importantes para el agua, los alimentos y los medios de vida en las montañas y más allá", y no es para menos; de ellos dependen 2.000 millones de personas, y su desaparición amenaza el acceso al agua, la estabilidad de los ecosistemas y la seguridad de numerosas comunidades. Las cifras son alarmantes, 600 glaciares ya se han perdido y uno de cada tres de los 18.000 glaciares situados en espacios Patrimonio Mundial de la UNESCO podría desaparecer antes de 2050 si no se actúa con urgencia.

Los glaciares, el termómetro de nuestro planeta

Luis Carcavilla, geólogo y alpinista del Instituto Geológico y Minero de España, explica que los glaciares son los indicadores perfectos del calentamiento global. "Las montañas siempre cambian, pero ahora lo hacen mucho más rápido", señala. La retirada del hielo es visible incluso para quienes no son expertos y muestra sin filtros la magnitud del problema. Carcavilla recuerda que el retroceso glaciar no solo implica pérdida de hielo. Cambia los paisajes, modifica la seguridad de las rutas de montaña y afecta incluso a actividades tan cotidianas como el turismo o las vacaciones ya que se dan más desprendimientos, más avalanchas, menos estabilidad en los itinerarios.

El investigador ecuatoriano Fausto Sarmiento, presidente de la Comisión de Estudios de Montaña de la Unión Geográfica Internacional, subraya el papel esencial de estos ecosistemas. Las montañas son "máquinas climáticas" que regulan ciclos fundamentales como el del agua, el carbono, el fósforo o el nitrógeno. Además, aportan fertilidad a los suelos y sostienen la vida de una parte crucial del planeta.

Casi 1.100 millones de personas viven en zonas montañosas, que además albergan el 50 % de las áreas críticas de biodiversidad y generan entre el 60 y el 80 % del agua dulce mundial. Para muchas comunidades, las montañas no solo son hogar o recurso; son paisajes vivos, con significado espiritual y cultural.

La conservación de las montañas

Estos territorios se encuentran entre los más vulnerables. Según la FAO, las poblaciones de montaña en países en desarrollo suelen ser las más pobres. La falta de políticas sostenibles y la presión del cambio climático agravan los riesgos. Borja Antolín, presidente de Mountain Wilderness España, insiste en la necesidad de equilibrar la conservación con el bienestar de quienes viven en las montañas.

Denuncia, por ejemplo, la mala gestión en zonas donde la nieve escasea cada vez más y aun así se invierte en cañones de nieve artificial; "Es un desarrollo cortoplacista. Las estaciones de esquí no están revirtiendo la riqueza en la población local y generan problemas como la subida del precio de la vivienda".

Antolín recuerda que algunos estudios demuestran que el impacto económico de una estación de esquí no supera al de la conservación de un parque nacional, lo que evidencia que el desarrollo sostenible es una alternativa real y rentable.