La investigación, publicada en la revista Ecology Letters y desarrollada por un equipo de la Universidad de Oxford, el Instituto de Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos (IFISC, CSIC-UIB) y el Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC), aporta una nueva perspectiva a un debate clásico: la relación entre complejidad y estabilidad ecológica. Desde los años setenta, la teoría dominante afirmaba que cuantos más organismos e interacciones convivan en un ecosistema, mayor es su probabilidad de inestabilidad. Sin embargo, ejemplos como bosques maduros o arrecifes de coral, los cuales son ecosistemas extremadamente diversos, han demostrado ser sorprendentemente estables durante décadas.
La nueva teoría que propone la investigación
Las diferencias entre etapas vitales dentro de cada población actúan como mecanismos compensatorios que amortiguan las perturbaciones externas. Según los autores, algunas interacciones, como la depredación de adultos sobre juveniles de otras especies, favorecen la estabilidad, mientras que otras como la competencia directa por recursos entre juveniles y adultos pueden generar el efecto contrario. "Este nivel de organización interna ha sido históricamente ignorado en los modelos ecológicos, pero resulta esencial para entender cómo se mantiene la biodiversidad", señala Rob Salguero-Gómez, profesor de Ecología en la Universidad de Oxford y coautor del estudio.
Un nuevo modelo para entender comunidades complejas
Para analizar este fenómeno, los investigadores desarrollaron el marco teórico Structured Community Matrix, que amplía los modelos matemáticos tradicionales e incorpora explícitamente las distintas etapas vitales dentro de cada población. El modelo es aplicable a redes tróficas, comunidades vegetales o sistemas animales, y redefine conceptos como la resiliencia ecológica al mostrar que las poblaciones no son bloques homogéneos. "Cuando incorporamos estructura dentro de cada especie, vemos que el sistema cuenta con más mecanismos de compensación", explica Àlex Giménez-Romero, investigador del CEAB-CSIC y primer autor del trabajo.
Validación en ecosistemas reales de todo el mundo
El equipo aplicó este modelo a 33 redes tróficas reales de ecosistemas terrestres y marinos. En todos los casos, las simulaciones mostraron que considerar las diferencias entre etapas vitales incrementa la estabilidad de comunidades que, según los modelos tradicionales, deberían ser inestables o incluso colapsar. Estos resultados sitúan la estructura interna de las poblaciones como un elemento central para comprender la dinámica ecológica, un aspecto poco explorado hasta ahora. "Para evaluar la estabilidad de los ecosistemas, es fundamental tener en cuenta que las interacciones entre especies cambian según la etapa de vida", destaca Meritxell Genovart, investigadora del CEAB-CSIC y coautora del estudio.
El cambio climático y pérdida de biodiversidad
El siguiente paso será incorporar al modelo nuevas formas de heterogeneidad, como diferencias de tamaño o comportamiento, con el objetivo de mejorar las predicciones ecológicas en un contexto de cambio global. Este enfoque podría ayudar a anticipar cómo responderán los ecosistemas ante amenazas como el calentamiento climático, la pérdida de biodiversidad o los impactos derivados de la actividad humana.

