La enfermedad hepática esteatótica es una afección en la que la grasa se acumula en el hígado, y con el tiempo causa inflamación, dolor, fatiga y pérdida de apetito. Esta enfermedad está asociada a la disfunción metabólica (MASLD), conocida como enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA). Se trata de la enfermedad hepática crónica más común, y que afecta a más del 30% de las personas en todo el mundo.
El consumo de refrescos relacionado con un mayor riesgo de mortalidad hepática
Los resultados, presentados durante la Semana UEG 2025 en Berlín, se basan en un seguimiento a 123.788 participantes del Biobanco del Reino Unido que no tenían antecedentes de enfermedad hepática. Los investigadores recopilaron datos sobre el consumo de bebidas a través de cuestionarios dietéticos repetidos de 24 horas, y posteriormente analizaron la relación entre la ingesta de bebidas azucaradas o bajas en azúcar y el riesgo de desarrollar MASLD, acumulación de grasa hepática y mortalidad asociada al hígado.El consumo elevado de cualquiera de estas bebidas, superior a 250 gramos diarios, se asoció con un incremento del 60% en el riesgo de MASLD (HR: 1,599) para las bebidas azucaradas y del 50% (HR: 1,469) para las bebidas bajas en azúcar. Durante una mediana de seguimiento de 10,3 años, 1.178 participantes desarrollaron MASLD y 108 murieron por causas hepáticas.
La trama de las bebidas light
Aunque no se detectó una asociación significativa con las bebidas azucaradas en general, el consumo tanto de refrescos convencionales como de versiones light se relacionó con un mayor riesgo de mortalidad hepática y con un aumento en la cantidad de grasa acumulada en el hígado.El autor principal, Lihe Liu, subraya que estos resultados cuestionan la idea de que las bebidas bajas en azúcar son una alternativa saludable: “Durante años, las bebidas azucaradas han sido criticadas por sus efectos negativos, mientras que sus versiones dietéticas se consideraban inocuas. Sin embargo, nuestros hallazgos muestran que incluso una lata diaria puede incrementar el riesgo de MASLD”, explicó.
Liu apunta que los picos rápidos de glucosa e insulina, el aumento de peso y los niveles elevados de ácido úrico provocados por el exceso de azúcar pueden favorecer la acumulación de grasa en el hígado. Es más, las bebidas azucaradas pueden alterar podrían alterar el microbioma intestinal, modificar la sensación de saciedad y estimular el deseo de consumir más dulces, contribuyendo también al daño hepático.
Los autores enfatizan que estos hallazgos respaldan la limitación del consumo de bebidas azucaradas y bebidas con bajo contenido de azúcar como parte de una estrategia integral de prevención, enfocada no solo en la enfermedad hepática, sino también en la salud cardiorrenal y metabólica.
El agua, como la mejor alternativa
Los investigadores resaltaron que reemplazar las bebidas azucaradas o light por agua redujo el riesgo de MASLD en un 12,8% y 15,2% respectivamente, mientras que sustituir un tipo de bebida por la otra no mostró ningún beneficio.“Limitar tanto las bebidas azucaradas como las artificiales es lo más recomendable. El agua sigue siendo la mejor opción, ya que elimina la carga metabólica y previene la acumulación de grasa en el hígado, a la vez que hidrata el cuerpo", afirmó Liu.
El equipo planea continuar con más investigaciones incluyendo ensayos genéticos y a largo plazo, para comprender mejor cómo el azúcar y los edulcorantes influyen en el microbioma intestinal y en la salud del hígado.