La biodiversidad abarca todas las formas de vida presentes en los ecosistemas terrestres y marinos, desde los más minúsculos microorganismos aún desconocidos hasta animales o plantas. Este enorme patrimonio natural es el fruto de millones de años de evolución, el cual está, hoy en día, soportando una presión sin precedentes en nuestra historia.

El Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), dependiente del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), organiza y coordina los esfuerzos globales para conservar esta riqueza natural, promoviendo el uso sostenible de los recursos naturales y garantizando un reparto equitativo de los beneficios derivados de los recursos genéticos en el planeta.

Un problema mayúsculo

Los datos extraídos reflejan la magnitud del problema. El Informe Planeta Vivo de WWF alerta de que cada hora desaparecen tres especies y que, en las últimas cuatro décadas, la Tierra ha perdido más de la mitad de su riqueza natural debido a actividades humanas. Por su parte, el Libro Rojo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) registra ya 172.600 especies, de las cuales más de 48.600 están en peligro de extinción. Entre las más amenazadas figuran: el 41 % de los anfibios, el 44 % de los corales, el 38 % de los tiburones y rayas, el 38 % de los árboles, o el 26 % de los mamíferos.

A pesar de la gravedad de la situación medioambiental del planeta Tierra, algunos países y empresas impulsan nuevos proyectos de explotación en los océanos, especialmente en la región de Clarion-Clipperton, un área del océano Pacífico rica en nódulos de manganeso con metales necesarios para la industria tecnológica. En las últimas reuniones de la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA), numerosos estados insulares y países se han posicionado tajantemente en contra de estas exploraciones, apuntando el riesgo de daños irreversibles a la biodiversidad marina y la escalada radical de contaminación a pasos agigantados. Sin embargo, el debate continúa y volverá a ponerse dicha tesitura sobre la mesa en julio de 2025 en Kingston (Jamaica).

Políticas de protección del medioambiente

Mientras tanto, la comunidad internacional busca avanzar en políticas de protección del medioambiente. El Congreso Mundial de la Naturaleza de la UICN, celebrado el pasado 15 de octubre en Abu Dabi, aprobó su nueva estrategia planteada para los próximos 20 años. Su presidenta, Razan Khalifa Al Mubarak, insistió en repetidas ocasiones en la necesidad de cerrar "las brechas entre la ciencia y las políticas, entre el clima y la biodiversidad, entre las personas y el planeta”. Recordó, además, que “la naturaleza no solo es víctima, sino una aliada indispensable para nuestra supervivencia".

También en octubre, el país de Panamá acogió reuniones clave del Convenio sobre Diversidad Biológica, incluyendo la preparatoria para la COP17, que tendrá lugar en Armenia en 2026. Allí, la secretaria ejecutiva del CBD, Astrid Schomaker, insistió en que la crisis climática y la crisis de biodiversidad son "dos caras de la misma moneda".

Mirando a corto plazo, gran parte de la atención internacional se centra en la COP30, que se celebra del 10 al 21 de noviembre en la ciudad de Belém (Brasil). En ella se esperan decisiones determinantes, desde la eliminación progresiva de los combustibles fósiles hasta medidas específicas para frenar la deforestación en la Amazonía, el mayor bioma del planeta y uno de los más afectados por la severa sequía registrada en 2024.