La persistente ola de calor en España encadena ya once días consecutivos en alerta por calor extremo; y el avance de varios incendios forestales, en diferentes regiones del país, no son hechos aislados. La situación, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), se prolongará probablemente hasta el lunes 18 de agosto.

Este martes, las 17 comunidades autónomas se mantienen en aviso por altas temperaturas, con Andalucía y País Vasco en nivel rojo (peligro extraordinario). Paralelamente, el Ministerio del Interior ha declarado la fase de preemergencia ante incendios activos en Madrid, Andalucía, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Galicia y Extremadura. Estos fuegos han obligado al desalojo de miles de personas y se han cobrado la vida de un hombre por quemaduras en Tres Cantos (Madrid).

Vegetación exhausta y riesgo elevado

El portavoz de la Aemet, José Luis Camacho, explica que durante las olas de calor “se produce un desecamiento de la vegetación y un aumento de los niveles de riesgo de incendio”. Aunque este peligro puede darse en otros escenarios meteorológicos, las condiciones más graves se registran “con viento moderado o fuerte y humedades bajas”.

Mónica Parrilla, responsable de la Campaña de Incendios en Greenpeace, apunta que el calor extremo impacta tanto en la salud humana como en las masas forestales: “Igual que la población sufre estas temperaturas extremas, la vegetación también. Y eso eleva el riesgo de que cualquier chispa se convierta en un incendio”.

El secretario general del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales (COITF), Raúl de la Calle, añade que esta no es la primera ola de calor del verano y que la acumulación de jornadas con temperaturas elevadas ha generado “un mayor índice de combustión” en los montes. “Nuestras plantas presentan un estrés hídrico más fuerte, y eso hace que cualquier foco pueda propagarse con más velocidad. Si además añadimos viento o baja humedad, las posibilidades de un gran incendio se disparan”.

La regla del 30-30-30

Actualmente, la práctica totalidad de España se encuentra en nivel de riesgo extremo por incendios, según datos de la Aemet. Esto implica un escenario “violento o supercrítico”, con fuegos de gran intensidad.

De la Calle recuerda la conocida “regla del 30-30-30”: temperaturas superiores a 30 grados, vientos por encima de 30 kilómetros por hora y humedad relativa por debajo del 30 %. Aunque no es una fórmula científica exacta, advierte de que estas condiciones son “óptimas” para que cualquier fuego pueda convertirse en un gran incendio forestal.

Prevención, la clave olvidada

Tanto Greenpeace como el COITF insisten en la necesidad de reforzar la prevención. Parrilla reclama a las comunidades autónomas que actualicen sus listados de zonas de alto riesgo y que cumplan los planes preventivos. También considera “fundamental” que el Gobierno apruebe un real decreto para unificar criterios en los planes anuales de prevención, vigilancia y extinción de incendios forestales.

En la misma línea, De la Calle subraya que España es un país eminentemente forestal y que cada euro invertido en gestión forestal, empleo rural, pastoreo o bioeconomía “no solo reduce el riesgo de incendio, sino que multiplica el retorno en forma de ahorro público, resiliencia frente al cambio climático y equilibrio social y territorial”.

Mientras la ola de calor continúa y los incendios siguen activos, la combinación de calor extremo, vegetación exhausta y condiciones atmosféricas adversas mantiene a España en una situación de máxima alerta.