Longyearbyen es el mayor asentamiento del archipiélago de las islas Svalbard, situadas en el océano Glacial Ártico. Hasta allí se desplazó en plena noche polar la artista Magdalena Correa para intentar averiguar la capacidad de resiliencia que tiene el ser humano cuando, en cinco meses, nunca vive con el sol. Longyearbyen, con sus 2.500 habitantes, es el pueblo más septentrional del planeta donde, además, se conservan todas las semillas del mundo para que sean utilizadas en caso de catástrofe mundial.

"Yo pensé que la experiencia iba a ser 'más alegre', pues es un lugar multicultural, pero paradójicamente el nativo, que es el noruego, es bastante cerrado. Se aísla tanto porque creo que ha aprendido desde pequeño a vivir en una naturaleza indomable y él es feliz con eso que es indomable. Con ventisca, con que no se puede enterrar a nadie porque el permafrost expulsa los cadáveres ... en el fondo el hombre no puede dominar ese territorio y al no poder hacerlo tiene dos posibilidades: o frustrarse o someterse", asegura Magdalena a los micrófonos de Hazte Eco.

Su exposición, que puedes contemplar el Real jardín Botánico de Madrid, la ha titulado 'Kos', un termino noruego que significa disfrutar de aquellos momentos simples y cotidianos de la vida. Un término que cobra todo su significado cuando te encuentras rodeado de una oscuridad total y en el exterior estás a cuarenta grados bajo cero.