Alejada del bullicio de la ciudad, ha aprendido a vivir con sus propios recursos, cultivando su huerto, cuidando un rebaño ovino y produciendo su propia carne y leche. Para ella, reconectar con la tierra no es difícil, es una forma de vida que aporta paz, autonomía y crecimiento personal.
Además, Vanesa reivindica la figura de la mujer pastora, recordando que muchas están opacadas y olvidadas en un mundo rural tradicionalmente masculino. Su experiencia demuestra que la vida en el campo puede ser más accesible y satisfactoria que la ciudad, que a menudo es hostil; viviendas caras, trabajo incierto y desconexión social. En el monte, en cambio, la comunidad es fuerte y cercana, y cada persona puede aprovechar la tierra para vivir y prosperar.
Su filosofía va más allá de la autosuficiencia, ella defiende y protege lo local. Vanesa no malvende sus productos a las grandes empresas y sueña con una revolución que nazca desde el individuo y lo local, donde los conocimientos tradicionales se mantengan vivos y sirvan de base para nuevas formas de vida más sostenibles.
Para ella, un espacio de tierra propio es básico y necesario, y su vida demuestra que la conexión con lo rural no solo es posible, sino también enriquecedora. Su mensaje es claro, hay que reconectar con la tierra, cuidar lo propio y fortalecer la comunidad, estos son pasos esenciales para construir un futuro más equilibrado y consciente.
