Con evidencias de 25 estudios, concluyeron que la presencia del etiquetado calórico, ya sea en restaurantes o supermercados, reduce alrededor del 1,8% la cantidad de calorías que las personas eligen y consumen. Esto equivale a unas 11 calorías menos en una comida de 600 calorías, algo así como el valor energético de dos almendras. Puede parecer poco, pero a largo plazo, estos pequeños recortes sí que podrían marcar la diferencia y tener efectos significativos según los científicos del estudio.

Los expertos sugieren que el etiquetado de calorías no debe verse como una solución única, sino como una pieza más dentro de un conjunto de estrategias para mejorar la alimentación. Además, advierten sobre un posible efecto negativo en las personas con riesgo de trastornos alimentarios.
Por esta razón, los investigadores insisten en que se necesitan más estudios para entender mejor estos efectos y asegurarse de que el etiquetado nutricional realmente beneficia a todos sin generar problemas adicionales.