El asma neutrofílica es una variante no alérgica que no se explica por los mecanismos clásicos de la obesidad ni por factores genéticos. Según los investigadores, este tipo de asma se desencadena por la acción de proteínas microbianas y bacterianas, y se caracteriza por una inflamación pulmonar que responde peor a los tratamientos habituales.
El trabajo, publicado en Science Translational Medicine, demuestra que las dietas con alto contenido en ácidos grasos saturados de cadena larga, como el ácido esteárico presente en la grasa animal y en productos procesados, pueden activar los macrófagos pulmonares, unas células defensivas que al inflamarse agravan los síntomas. Esto ocurre incluso en personas sin obesidad, lo que descarta que el exceso de peso sea la única explicación.
Por el contrario, los investigadores observaron que otro tipo de grasa; el ácido oleico, presente en alimentos como el aceite de oliva, tiene un efecto protector al reducir la actividad inflamatoria en los pulmones.
Nuevas vías de tratamiento
El equipo también identificó que bloquear la citocina inflamatoria IL-1 o inhibir la proteína IRE1 alfa protegía contra la inflamación inducida por el ácido esteárico. Ambas moléculas se encuentran elevadas en casos de asma neutrofílica, lo que abre la puerta a reutilizar medicamentos ya disponibles para tratar este tipo de asma.
La doctora Lisa Young, jefa de la División de Medicina Pulmonar y del Sueño del Hospital Infantil de Filadelfia, subraya que los resultados son alentadores porque muestran cómo componentes concretos de la dieta pueden influir directamente en una enfermedad respiratoria compleja: “Estos hallazgos sugieren que las modificaciones dietéticas específicas pueden ayudar a prevenir esta forma de asma”.
Más allá de la obesidad
Hasta ahora, muchos especialistas atribuían este asma a la obesidad infantil. Sin embargo, el doctor David A. Hill, autor principal, recuerda que también aparece en niños sin sobrepeso, por lo que el vínculo con la dieta resulta clave para comprender su origen y buscar soluciones eficaces.
La investigación, financiada por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos y varias instituciones académicas, se centró en modelos animales de dieta rica en grasas y en el análisis de los macrófagos pulmonares, revelando cómo los nutrientes que ingerimos pueden marcar la diferencia entre un pulmón sano y uno inflamado.
Lo que comemos no solo afecta al peso o al corazón, también puede influir en cómo respiramos y en la aparición de formas graves de asma.