El 48,4% de los españoles considera que el aumento de los precios ha tenido un impacto negativo en la composición de su dieta. Este efecto se acentúa en los grupos de edad más jóvenes: entre los 18 y los 25 años, el porcentaje alcanza el 56,6%, y entre los 26 y 40 años, el 55,2%. A medida que aumenta la edad, la percepción de impacto disminuye de forma progresiva.

Asimismo, la encuesta refleja diferencias de género y situación económica. Las mujeres son más propensas a sentir que su dieta se ha visto afectada (52,6% frente al 44% de los hombres). Las personas con dificultades económicas alcanzan un preocupante 71,8%, mientras que aquellos que consideran que su alimentación no es saludable o que su estado de salud es malo presentan porcentajes del 63,5% y 64,8%, respectivamente.

Alimentos sacrificados por el precio

La subida de precios ha llevado a un 41,3% de los españoles a dejar de consumir determinados alimentos, principalmente el pescado (51%) y la carne (32,2%). Le siguen las frutas (15,9%), los cereales (14,5%) y las verduras (9,3%). Aunque este porcentaje ha bajado ligeramente respecto al estudio anterior (3,8 puntos), evidencia que la economía sigue influyendo en la elección de los alimentos.

A pesar del impacto económico, la mayoría de los españoles sigue priorizando la calidad. Un 60,7% prefiere adquirir alimentos de mejor calidad aunque tengan que pagar más, y un 20,7% está dispuesto a pagar más “a toda costa” por productos de alta calidad. Esto refleja que, aunque la situación económica modula el gasto, la búsqueda de alimentos saludables y de calidad continúa siendo un valor mayoritario.

Encontrar equilibrio entre precio y salud

El estudio de Aegon muestra que, en tiempos de inflación, ajustar la dieta no significa renunciar a la calidad. Con planificación y conocimiento de los alimentos, es posible mantener una alimentación equilibrada sin que el bolsillo se resienta de manera excesiva. La elección consciente y la priorización de productos frescos y nutritivos son claves para cuidar la salud incluso en momentos de encarecimiento de la cesta de la compra.

En definitiva, aunque los precios influyen en la dieta diaria, la mayoría de los españoles sigue apostando por calidad y bienestar: comer mejor no tiene por qué ser un lujo, sino una decisión informada y saludable.