Un estudio, realizado por investigadores del Imperial College de Londres y la London School of Hygiene & Tropical Medicine en doce ciudades europeas, entre ellas Madrid y Barcelona, destaca que las muertes relacionadas con el calor no se notifican, y las estimaciones oficiales de los gobiernos pueden tardar meses en publicarse, si es que llegan a hacerlo. Es por eso que los investigadores señalan la amenaza infravalorada de este tipo de casos.
286 casos en Barcelona y 108 en Madrid
El calor y el cambio climático, según el informe, se han llevado las siguientes vidas:
- 317 en Milán
- 286 en Barcelona
- 235 en París
- 171 en Londres
- 164 en Roma
- 108 en Madrid
- 96 en Atenas
- 47 en Budapest
- 31 en Zagreb
- 21 en Frankfurt
- 21 en Lisboa
- 6 en Sassari
En el caso de Madrid se le sitúa como la ciudad analizada en la que el calentamiento global elevaba más la mortalidad por calor, con un porcentaje que representaba el 90%. Por otro lado, Barcelona tiene un 84%. En ciudades como Lisboa la tasa fue menor, un 22%, atribuido a que sus temperaturas aumentaron 1 grado y no suelen tener olas de calor frecuentes gracias a su situación y el mar atlántico.
Los investigadores analizaron diez días de calor extremo entre el 23 de junio y el 2 de julio, comparando los datos meteorológicos actuales con simulaciones de un clima preindustrial. Los resultados reflejan cómo incluso aumentos térmicos moderados pueden disparar las muertes.
Grupos más vulnerables
El 88% de los fallecidos, a nivel global, superaban los 65 años, posicionándolos como un segmento de la población que representan un mayor riesgo. Las olas de calor van en aumento y cada vez serán más intensas, así lo señala el profesor Garyfallos Konstantinoudis del Imperial College. Entre las personas vulnerables, destacan especialmente aquellas con enfermedades cardiovasculares, diabetes o problemas respiratorios.
Sin embargo, Friederike Otto, profesora del Centre for Environmental Policy Imperial College London, nos recuerda que cualquier persona es propensa a sufrir un golpe de calor. Debemos tener en cuenta los riesgos que suponen y estos se deben comunicar de una manera más efectiva a la población. Sus ciudades se deben adaptar a las necesidades climáticas; mayor presencia de naturaleza, reducción de vehículos en centros urbanos y de sus emisiones.