El ciclo hidrológico ya no es estable: oscila entre periodos de sequía prolongada y lluvias torrenciales, con impactos directos sobre ríos, glaciares y comunidades enteras. Así lo recoge el último informe de la OMM, que constató anomalías en dos tercios de las principales cuencas fluviales del planeta durante 2024.
Ríos bajo mínimos o desbordados
El estudio revela que un 32% de las cuencas registraron caudales por debajo de la media de las últimas tres décadas, con descensos preocupantes en ríos de gran importancia como el Amazonas, el Paraná o el Orinoco en Sudamérica, y el Zambezi, Limpopo y Orange en África austral.
En el extremo contrario, un 26% de las cuencas presentaron excesos de caudal. Entre ellas figuran el Danubio en Europa, el Indo y el Ganges en Asia, o el Níger en África.
En España, los registros muestran niveles por encima de la media en todas las cuencas mediterráneas, incluidas las del Ebro, el Júcar y el Segura, así como en muchos ríos de Cantabria y Galicia. Mientras tanto, sistemas como el Tajo, el Duero, el Guadiana o el Guadalquivir se mantuvieron dentro de valores normales.
Recursos hídricos bajo presión
“Los recursos hídricos del mundo están bajo una presión creciente y, al mismo tiempo, los fenómenos extremos relacionados con el agua tienen un impacto cada vez mayor en las vidas y los medios de subsistencia”, señaló la secretaria general de la OMM, Celeste Saulo.
El informe también alerta de la pérdida acelerada de hielo: en 2024 desaparecieron 450 gigatoneladas de masa glaciar, el equivalente a llenar 180 millones de piscinas olímpicas. Este deshielo, especialmente acusado en Escandinavia, las islas Svalbard y el norte de Asia, elevó el nivel del mar en 1,2 milímetros en un solo año, agravando la amenaza para cientos de millones de personas que viven en áreas costeras.
Fenómenos extremos en aumento
El año 2024 fue además el más caluroso registrado hasta ahora y estuvo marcado por fenómenos extremos relacionados con el agua. Lluvias torrenciales y ciclones causaron 2.500 muertes y obligaron a cuatro millones de personas a desplazarse en África, mientras que en Asia-Pacífico se superó el millar de fallecidos.
En Brasil se dio un ejemplo del carácter cada vez más errático del ciclo hidrológico: inundaciones en el sur que dejaron 183 víctimas mortales coincidieron con la prolongación de una severa sequía en la cuenca del Amazonas, que afectó a un 59 % del territorio nacional.
Una crisis de acceso al agua
Más allá de los fenómenos extremos, Naciones Unidas recuerda que 3.600 millones de personas sufren cada año, al menos durante un mes, una falta de acceso adecuado a agua potable. La cifra podría superar los 5.000 millones a mediados de siglo si no se toman medidas urgentes.
El informe de la OMM pone de manifiesto que el agua, recurso vital para la vida y la seguridad alimentaria, está cada vez más amenazada por el cambio climático. Frenar esta tendencia será clave para proteger a las poblaciones más vulnerables y garantizar un futuro sostenible.