Los expertos señalan que las próximas generaciones europeas probablemente crecerán con menos carne en su dieta, algo que consideran “necesario y beneficioso” por el elevado impacto ambiental de la ganadería. Recuerdan que esta actividad concentra más de la mitad de la huella de carbono y que la alimentación en su conjunto representa casi la mitad del impacto ambiental en Europa.
Alternativas con menor huella
El informe analiza opciones con gran potencial para sustituir a la carne convencional. Entre ellas, destacan las proteínas de origen vegetal, los insectos y la fermentación microbiana, capaces de ofrecer proteína de calidad con una huella ecológica mínima si se producen de forma sostenible.
La carne cultivada también podría ser una solución viable siempre que el proceso utilice energías renovables. No obstante, los investigadores advierten que algunos productos vegetales procesados incluyen exceso de sal o grasas saturadas y que aún se requieren más estudios sobre los efectos a largo plazo de las opciones más novedosas, como la carne cultivada o la fermentación de precisión.
El reto de la confianza social
Más allá de la tecnología, el verdadero desafío está en la aceptación social. Sabor, precio, naturalidad de los productos y un etiquetado claro son claves para ganarse la confianza de los consumidores, especialmente de los más jóvenes y urbanos, preocupados por el bienestar animal y el cambio climático.
“La confianza se puede perder fácilmente si los productos se promocionan en exceso o se etiquetan de manera engañosa”, advierte la profesora Hanna Tuomisto, coautora del informe. Por ello, los expertos reclaman total transparencia, no solo en los ingredientes, sino también en el impacto ambiental y en los procesos de producción.
El EASAC plantea una hoja de ruta inmediata para que la UE lidere la transición hacia proteínas sostenibles:
- Normas de etiquetado claras sobre nutrición, procesamiento y huella ambiental.
- Producción más sostenible con energías renovables y aprovechamiento de subproductos.
- Campañas de sensibilización para integrar estas alternativas en dietas equilibradas y combatir la desinformación.
- Consideración de aspectos éticos y culturales, como la cría de insectos o el uso de células animales.
- Apoyo a la innovación con inversión en I+D y ayudas para que los ganaderos puedan adaptarse a los nuevos mercados.
Los científicos subrayan que la UE cuenta con las herramientas y el conocimiento para liderar este cambio a nivel mundial, siempre que exista acción coordinada y políticas claras. También insisten en la importancia de colaborar con países de ingresos bajos y medios, donde el consumo de carne sigue en aumento.
Un cambio global en el sistema alimentario
El desarrollo de alternativas a la carne representa un cambio profundo en la forma de producir y consumir proteínas. Aunque cada tecnología avanza a un ritmo distinto, todas coinciden en un punto: ofrecen beneficios potenciales para la sostenibilidad del planeta, la seguridad alimentaria y el bienestar animal.
Reducir el consumo de carne no es solo una cuestión de salud individual o de moda alimentaria: es una de las decisiones más poderosas para frenar el cambio climático y garantizar un futuro más sostenible para las próximas generaciones.