Las investigaciones arqueológicas más recientes han demostrado que las prácticas rurales como el pastoreo de las ovejas no son solo medievales, sino que se remontan incluso a la época visigoda y a la Prehistoria reciente, lo que convierte a Babia en un espacio excepcional para comprender la relación histórica entre los seres humanos, la ganadería y el medio natural. En los últimos ocho años, este territorio se ha convertido en un auténtico laboratorio de investigación para el proyecto europeo Cultur-Monts, dirigido por el arqueólogo David González-Álvarez desde el Instituto de Ciencias del Patrimonio. A través de excavaciones, estudios paleolíticos ambientales, análisis geoespaciales y trabajo con archivos y testimonios locales, los investigadores buscan desentrañar cómo los distintos modelos de pastoreo han configurado el paisaje y cómo esos conocimientos pueden servir hoy para afrontar un desafío urgente como el declive demográfico, económico y sociocultural que sufren las regiones rurales de España y del suroeste europeo.

Los resultados de la expedición

Los resultados obtenidos muestran que los sistemas ganaderos han variado en función de factores tan dispares como las oscilaciones de los mercados, los cambios políticos, la adaptación a transformaciones ambientales o la demanda de productos derivados de la ganadería. Cada etapa histórica ha dejado huellas visibles en el territorio, desde modificaciones en la presión pastoril hasta alteraciones en la estructura del paisaje. Comprender esa evolución permite comparar Babia con otras regiones montañosas europeas, como los Pirineos o los Alpes, donde existen investigaciones similares más consolidadas. El reto ahora es traducir ese conocimiento en nuevas formas de gestión del territorio, respetuosas con la historia, útiles para el presente y sostenibles para el futuro.

Una de las claves del proyecto es situar a las comunidades locales en el centro de las narrativas sobre el territorio. Para ello, desde 2024 se ha puesto en marcha un ambicioso programa de transferencia, impulsado por el consorcio internacional de Cultur-Monts dentro del marco Interreg SUDOE. Con la participación de entidades de Francia, España y Portugal, y con el soporte del Institut Català d'Arqueologia Clàssica, el Incipit y la Reserva de la Biosfera de Babia trabajan conjuntamente con los ayuntamientos de la zona y el Museo de los Pueblos Leoneses para replantear cómo se interpretan, gestionan y valoran estos paisajes culturales.

El impacto del turismo en la Babia

El auge del turismo rural en la Montaña Leonesa ha generado narrativas que a menudo ponen el foco en los valores paisajísticos o estéticos del entorno, dejando en un segundo plano las actividades productivas que históricamente han moldeado la identidad de Babia. Esta desconexión provoca que la población local, especialmente quienes aún viven de la ganadería, no se vea reflejada en esos relatos y llegue a percibir el turismo como una intromisión en su vida cotidiana. La consolidación de espacios protegidos, aunque necesaria para la conservación ambiental, ha sido a veces interpretada como una pérdida de autonomía sobre el territorio. Este conflicto, influido por la polarización del debate público, subraya la necesidad de construir discursos más inclusivos y realistas.

El proyecto Cultur-Monts plantea que la arqueología y el análisis profundo del paisaje pueden ofrecer nuevas formas de reconciliar estas visiones enfrentadas. Al integrar las experiencias, vivencias e identidades de quienes habitan Babia en las narrativas sobre el territorio, se fomenta un sentimiento renovado de pertenencia, se refuerzan los lazos con la tradición pastoril y se generan estrategias que permiten avanzar hacia un desarrollo rural verdaderamente sostenible. Desde la perspectiva del Reto Demográfico y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, esta investigación aspira a convertir el patrimonio cultural y natural de Babia en una herramienta para revitalizar su economía y su tejido social.

¿Cuál es el objetivo?

El objetivo final es claro; diseñar un modelo innovador quevalorice los paisajes de montaña sin desligarlos de quienes los han mantenido vivos durante generaciones. Al empoderar a las comunidades locales y promover una gestión del territorio basada en el conocimiento histórico, Babia puede convertirse en un ejemplo inspirador de cómo el patrimonio y la ciencia pueden trabajar juntos para frenar el declive rural y recuperar la vitalidad de unos paisajes que son, ante todo, un legado vivo de la relación entre el ser humano y la naturaleza.