En plena crisis ambiental por la contaminación por microplásticos, Ismael Olmedo, CEO de CAPTOPLASTIC, ofrece una mirada esperanzadora desde una depuradora donde su empresa está implementando una tecnología pionera que captura estos contaminantes invisibles del agua. Su método, basado en principios magnéticos, se perfila como una herramienta efectiva y sostenible para combatir uno de los grandes retos medioambientales del siglo XXI.
“La sociedad no es consciente del daño que causan los microplásticos ni de todo lo que ingerimos a diario”, asegura Olmedo en esta entrevista. Y añade: “Es fundamental tomar medidas cuanto antes”.
Una solución tecnológica para las aguas residuales
La tecnología desarrollada por CAPTOPLASTIC, en colaboración con la Universidad Autónoma de Madrid, utiliza un captador que se adhiere a los microplásticos presentes en aguas residuales. Este captador forma un aglomerado con las partículas contaminantes y, al pasar por un campo magnético, queda retenido. Posteriormente, el captador es separado de los microplásticos y reutilizado, evitando la generación de nuevos residuos.
“El sistema permite que el captador vuelva al flujo de agua una vez se ha liberado del microplástico, y así se puede usar de nuevo en el ciclo”, explica Olmedo.
Residuo cero y economía circular
El microplástico extraído tampoco se desaprovecha. CAPTOPLASTIC ha firmado un convenio con una empresa que convierte estos materiales en madera plástica, usada en elementos como bancos, marquesinas, tapas de alcantarillas o mobiliario urbano. Según Olmedo, “no diferenciamos entre tipos de plástico; todo se aprovecha”.
Esta conversión permite que el proceso sea completamente circular y se evite el almacenamiento o incineración de los residuos plásticos capturados.
Eficiencia probada: hasta un 90%
Sobre la efectividad del sistema, el CEO señala que los resultados son sólidos tanto en laboratorio como en condiciones reales. “Tenemos una eficiencia superior al 80% y estamos muy cerca del 90%. Y lo mejor es que obtenemos estos rendimientos incluso en aguas muy sucias, como las de las depuradoras”.
Aun así, advierte que el verdadero reto es no desplazar el problema. Actualmente, parte de los microplásticos se queda en los lodos generados por las depuradoras, y aunque estos puedan reutilizarse para compostaje o aplicación agrícola, siguen representando una forma de reintroducción al medioambiente.
“Solo movemos el problema de sitio. Hay que eliminarlo de verdad”, afirma con convicción.
¿Está la legislación a la altura?
Sobre el marco legal, Olmedo reconoce avances, pero cree que aún queda mucho por hacer. “La legislación empieza a poner el foco en el problema y a establecer medidas para controlarlo y medirlo, pero debe avanzar más”. Recuerda que el agua regenerada, producto clave en un contexto de escasez, debería estar libre de microplásticos.
Además, apunta a una fuente doméstica clave de esta contaminación: el lavado de ropa. “La principal fuente de microplásticos es el lavado de la ropa”, recalca.
Tecnología para lavadoras: el siguiente paso
Frente a esta realidad, CAPTOPLASTIC ya trabaja en soluciones domésticas. “Hemos firmado un convenio con una empresa muy importante y estamos desarrollando un mecanismo para integrarlo en lavadoras domésticas”, revela Olmedo. La idea es que el sistema funcione de forma autónoma y sin intervención del usuario, capturando microplásticos durante toda la vida útil del electrodoméstico.
“Después de 10 años, esa lavadora habrá evitado verter al agua todos esos microplásticos sin que el usuario lo haya notado. Estamos trabajando para que esto sea posible”, afirma con entusiasmo.
Microplásticos en el cuerpo humano
El CEO de CAPTOPLASTIC concluye la entrevista con una reflexión preocupante: los microplásticos ya están en nuestro organismo. “Los tenemos en la piel, el cerebro, la placenta… La ciencia aún desconoce las consecuencias a largo plazo, pero ya sabemos que están ahí. Por eso es urgente actuar antes de que sea demasiado tarde”.
Con esta visión científica, tecnológica y comprometida, Ismael Olmedo plantea una solución concreta y escalable para uno de los problemas más silenciosos, pero graves, del siglo XXI: la presencia de plásticos invisibles en nuestro entorno y nuestro cuerpo.