En pleno centro de Madrid, entre el bullicio del tráfico y la actividad constante de la Gran Vía, se esconde un rincón verde que rompe con el gris urbano. Se trata del jardín colgante de Inhala Hotel Garden, un proyecto pionero que transforma la fachada del edificio en un auténtico pulmón vegetal de 1.000 metros cuadrados.
Teresa Amigo, responsable de Comunicación del hotel, nos explica que no se trata de un jardín vertical al uso. Este espacio natural se apoya en 300 metros lineales de andamio, lo que permite que las plantas crezcan en macetas en lugar de paneles, alcanzando una frondosidad y volumen que marcan la diferencia. Hay especies que superan los cinco metros de altura, lo que da una sensación de bosque suspendido.
El diseño no es casual. El paisajista Manuel Pasquín fue el encargado de idear el recorrido vegetal, distribuyendo cuidadosamente cada especie para evitar superficies homogéneas que pudieran favorecer la aparición de plagas. Para garantizar la resistencia y sostenibilidad del jardín, se optó por especies autóctonas de la Comunidad de Madrid, adaptadas al clima y al entorno urbano.
Una de las claves de este jardín colgante es su compromiso ecológico. No se emplean productos químicos en su mantenimiento. En su lugar, se utiliza la llamada lucha integrada, un método natural que introduce insectos beneficiosos como las mariquitas, que se alimentan de plagas como los pulgones.
Además, su impacto medioambiental va más allá de lo estético. Este jardín actúa como un aislante térmico y acústico: refresca en verano, retiene el calor en invierno y protege del ruido del exterior. Se estima que absorbe hasta 4 toneladas de CO₂ al año, el equivalente al oxígeno que consumen 100 personas en un solo día.
La cascada que lo recorre es otro ejemplo de eficiencia: el agua proviene del reciclaje de duchas y lavabos del propio hotel, almacenada en un depósito interno que mantiene la humedad del jardín sin aumentar el consumo hídrico.
Cada 10-15 días, el equipo de jardinería realiza labores de poda, junto con la revisión y sustitución de flores de temporada. Un cuidado constante para un espacio que no solo decora, sino que respira, filtra y mejora la calidad de vida de todos los que pasan por allí.
Este jardín colgante es mucho más que una fachada verde: es una solución real para hacer las ciudades más sostenibles y habitables.