Los resultados publicados en la revista Food Policy y financiados por el Fondo Europeo Marítimo y de Pesca (FEMP) a través del GALP Costa Brava, muestran una tendencia preocupante. Tras analizar el perfil lipídico de casi 3.000 ejemplares de 36 especies capturadas en la costa de Girona, los científicos constataron que el suministro de Omega-3 ha caído de 15 toneladas anuales en el año 2000 a solo 6 en 2023. Esto equivale a una reducción de más del 60%.
“Es la primera vez que cuantificamos esta bajada en el Mediterráneo, y los resultados son preocupantes. El cambio climático y la presión pesquera han reducido tanto las poblaciones de peces tradicionales como su capacidad de proporcionar Omega-3", señalan los coautores del estudio Mar Vila y Sebastian Biton-Porsmoguer.
Las especies que más han sufrido este cambio son las que habitan en aguas frías o templadas, como la merluza, la caballa, la sardina y el boquerón. Estas poblaciones, ya debilitadas por la sobrepesca, se enfrentan ahora a un mar más cálido que altera profundamente el funcionamiento de los ecosistemas y la disponibilidad de nutrientes.
Ante esta situación, el equipo de ICM-CSIC propone reforzar las políticas de gestión pesquera para recuperar las especies locales. También recomienda fomentar el consumo de peces poco utilizados pero con alto valor nutricional, como la alacha o la anjova, y priorizar el consumo directo de pescado frente a su uso en la elaboración de harinas y aceites para la acuicultura.