Dormir bien no es solo cuestión de cerrar los ojos ocho horas. La calidad y el momento de nuestras comidas tienen un papel decisivo en cómo conciliamos el sueño, cuánto permanecemos dormidos y cómo nos sentimos al despertar. La interacción entre la alimentación y el descanso está mediada por un complejo engranaje de neurotransmisores y hormonas, cuya producción depende, en gran medida, de los nutrientes que incorporamos a través de la dieta.
Uno de estos compuestos clave es la serotonina, conocida por su papel en el estado de ánimo pero también fundamental como precursora de la melatonina, la hormona que sincroniza nuestro ritmo circadiano. Para que el organismo pueda producirlas adecuadamente, necesita contar con nutrientes esenciales como el triptófano, el magnesio, la vitamina B6 o los ácidos grasos omega-3.
Nutrientes que ayudan a dormir mejor
El triptófano, presente en carnes magras, huevos, lácteos, plátanos y frutos secos, es un aminoácido esencial que el cuerpo no puede fabricar y que participa directamente en la síntesis de serotonina. La vitamina B6, que encontramos en legumbres, pescados, plátanos y patatas, actúa como cofactor en esta conversión.
El magnesio, abundante en verduras de hoja verde, frutos secos, semillas y cereales integrales, es fundamental para regular el sistema nervioso, reducir la excitabilidad neuronal y promover la relajación muscular. Y los ácidos grasos omega-3, presentes en pescados como salmón, caballa y sardinas, así como en semillas de lino y nueces, contribuyen a regular procesos inflamatorios que pueden afectar al sueño y se han asociado a una menor ansiedad y un descanso más profundo.
Como señala Daniela Silva, especialista en Medicina Interna y E-Health Medical Manager de Cigna Healthcare España, “una dieta rica en proteínas con aminoácidos esenciales, alimentos de bajo índice glucémico y frutas ricas en antioxidantes puede contribuir significativamente a una mejor calidad del sueño”.
El momento de comer también cuenta
No solo importa qué comemos, sino cuándo lo hacemos. La evidencia científica respalda la llamada crononutrición, un enfoque que estudia cómo el horario de las comidas influye en la salud. Según Silva, “el ritmo circadiano determina el momento más eficiente para la digestión y el metabolismo de los alimentos. Comer fuera de estos horarios suele provocar una mala digestión, causando un mal patrón de sueño”.
Por eso, los especialistas aconsejan evitar comidas copiosas en las horas previas a acostarse y mantener horarios regulares. Respetar estas pautas ayuda a sincronizar el metabolismo con el ciclo natural de sueño y vigilia, favoreciendo un descanso más reparador.
El reto del insomnio en España
Pese a estas recomendaciones, el Cigna International Health Study revela que un 55 % de los españoles sufre interrupciones frecuentes durante la noche, lo que repercute en un descanso insuficiente y, a largo plazo, en un mayor riesgo de trastornos del sueño como el insomnio. La Real Academia Nacional de Medicina de España calcula que un 10 % de la población padece insomnio crónico.
El impacto va más allá del cansancio: dormir mal aumenta la probabilidad de desarrollar enfermedades cardiovasculares, alteraciones metabólicas, problemas emocionales y mayor vulnerabilidad al estrés y la ansiedad.
Cuidar la alimentación y elegir bien los horarios de comida son, por tanto, hábitos sencillos que pueden convertirse en aliados esenciales para mejorar la calidad del sueño y, con ello, la salud en general.