La Unión Europea afronta un futuro marcado por un notable incremento de los incendios forestales si no cambia de forma radical su enfoque frente al fuego. Así lo alerta el informe “Incendios forestales en transformación. Opciones políticas para una Europa con cultura del fuego y adaptada al fuego”, elaborado por el Consejo Asesor Científico de las Academias Europeas (EASAC), que reúne a instituciones de 25 Estados miembros de la UE, además de Reino Unido, Suiza y Noruega.
Según este trabajo, presentado en Bruselas, a final de siglo se podrían duplicar los incendios forestales en Europa, con especial incidencia en la región del Mediterráneo, debido a la combinación del cambio climático, el aumento de las sequías, la expansión urbana y la transformación de los usos del suelo. Actualmente, Europa registra unos 60.000 incendios anuales, con pérdidas que superan los 2.000 millones de euros y superficies quemadas equivalentes al doble de Luxemburgo.
El presidente de EASAC, el profesor András Báldi, fue tajante: “Perdemos cientos de vidas y miles de millones de euros por el fuego. Tenemos que aprender a vivir con él y adaptar nuestra sociedad a este desafío creciente”.
Uno de los mensajes clave del informe es que la estrategia dominante en la UE, centrada en la supresión del fuego, ha quedado superada. La creciente intensidad de los incendios exige una gestión más proactiva, que incluya prevención, adaptación climática, restauración del paisaje y alfabetización sobre el fuego. Ya no basta con apagar las llamas: hay que anticiparse a ellas.
Entre las recomendaciones más destacadas del informe se encuentra la quema prescrita, es decir, el uso controlado del fuego para reducir la carga de combustible vegetal. La profesora Orsoula Valkó, una de las autoras, subraya que “el fuego no es siempre una catástrofe; forma parte de muchos ecosistemas” y que, si se gestiona correctamente, puede prevenir fuegos más destructivos.
El documento también introduce una advertencia novedosa: el aumento del riesgo de incendios forestales urbanos, especialmente en zonas de transición entre espacios naturales y áreas habitadas. Se cita como ejemplo el incendio ocurrido en enero en Los Ángeles, cuyas pérdidas económicas oscilaron entre los 75.000 y 131.000 millones de dólares. Actualmente, el 70 % del territorio europeo se encuentra en riesgo por este tipo de incendios, y la tendencia podría agravarse.
Los expertos reclaman integrar el riesgo de fuego en las políticas urbanísticas, de reforestación y biodiversidad, así como reforzar la planificación urbana, asegurando espacios verdes entre edificaciones y un mejor mantenimiento de jardines privados y patios.
Uno de los grandes retos, según los científicos, es la falta de conciencia social sobre la importancia de la prevención. “Cuando se invierte en prevención y no ocurre nada, la gente se pregunta por qué se ha gastado ese dinero”, lamentó Alfredo Branco, del Centro de Investigación Conjunta Europeo. Su propuesta es visibilizar la eficacia de la prevención explicando cuánta superficie se ha evitado quemar en comparación con el potencial del incendio.
Por su parte, Héctor Alfaro, del Centro de Respuesta Coordinada de Emergencias de la Comisión Europea, insistió en que la respuesta de emergencia no es suficiente, hacen falta planificación, educación y una nueva cultura del fuego que asuma que estos fenómenos son inevitables y que debemos convivir con ellos de forma segura.
En definitiva, el informe de EASAC propone que Europa evolucione hacia una estrategia resiliente, informada y adaptativa, que reconozca el fuego como parte del paisaje y no solo como un enemigo a extinguir, si quiere evitar una catástrofe ambiental y humana de proporciones crecientes en las próximas décadas.