Un reciente estudio del Boston College (Estados Unidos) ha revelado una conexión sorprendente entre los hábitos alimentarios de los padres en su adolescencia y la dieta saludable de sus hijos: aquellos padres que comieron mejor en su juventud eran significativamente más propensos a fomentar una alimentación equilibrada en niños, según datos presentados en la conferencia NUTRITION 2025 organizada por la Sociedad Americana de Nutrición en Orlando.
Dieta temprana con impacto duradero
La investigación se basó en un cuestionario aplicado a 669 hombres, quienes ofrecieron información sobre su alimentación durante la adolescencia y, años después, la dieta y las prácticas alimentarias relacionadas con sus hijos pequeños. Durante su juventud, el 44 % reportó una dieta deficiente, el 40 % señaló una dieta en deterioro y solo el 16 % había mejorado sus hábitos.
Los resultados mostraron que los padres que mejoraron su dieta durante la adolescencia tenían un 90 % más de probabilidades de ser un ejemplo activo de alimentación saludable para sus hijos, y un 60 % más de probabilidades de supervisar el consumo de alimentos poco saludables como dulces y snacks, en comparación con aquellos que no hicieron cambios positivos en su juventud.
Mejores hábitos en futuras generaciones
El impacto para los hijos fue notable: estos niños tenían muchas más probabilidades de cumplir con las recomendaciones diarias de ingesta de frutas y verduras, en comparación con los hijos de padres que tuvieron malos o descendentes hábitos alimentarios durante la adolescencia.
Mariane H. De Oliveira, investigadora postdoctoral y autora principal del estudio, destaca que este hallazgo refuerza la importancia de promover una alimentación sana no solo para el bienestar individual, sino también por su influencia en la nutrición de la próxima generación.
Implicaciones para la salud pública
Los investigadores subrayan que fomentar hábitos alimentarios saludables entre la juventud, especialmente en varones que algún día serán padres, tiene un potencial impacto intergeneracional significativo. Dado el aumento de la obesidad infantil y los malos hábitos dietéticos, invertir en la salud nutricional durante la adolescencia puede ser una estrategia preventiva de gran alcance.
El estudio también advierte sobre ciertas limitaciones: la muestra estaba compuesta mayoritariamente por hombres blancos con estudios superiores, más del 90 % blancos y más del 80 % con al menos una licenciatura, lo que podría limitar la generalización de los resultados a otros grupos demográficos. Además, no se evaluó el papel de la dieta materna ni suma de comidas familiares durante la adolescencia.
Los datos sugieren que adoptar buenos hábitos dietéticos en la adolescencia no solo beneficia al individuo, sino que configura un contexto familiar en el que la alimentación saludable se convierte en norma, y los padres actúan como agentes activos de promoción de la salud de sus hijos.
Esta investigación ofrece motivos de peso para integrar programas de educación nutricional dirigidos a jóvenes varones, con miras a mejorar la salud de las futuras generaciones y combatir tendencias nocivas como la obesidad infantil.